Hay en tanta espera plenitud sobre tus faros marinos,
que pardos hondos y profundos para el mundo mío
y para otros tantos cantos fríos y cálidos gritos altos;
al sobresalto y exalto tu mirar si miras más allá de mí.
Ojos fecundos que erosionáis fulgor en mis fieras delicias
y que brilláis sobre el dolor que cesa en el lumbral;
oh vacío oculto en la inquietud y en la abismal locura.
Hay que transcurrir el dolor de un par como ninguno
para el verde sabor del parpadeo en su labor de ignoto
y para otros vicios de garganta en sed y ser de ti visto
al pasar y pasa un ardor para los dos sin más descuido.
Ojos arcanos que extendéis pasión sobre el atlas de los míos
y que vivís apenas para el ígneo pinar de tu arbolada;
oh claridad fecunda en el paisaje y el oleaje pardo.
Hay como en el cosmos culto plenitud de resplandor,
que bastos signos inéditos y entre mi voz te aferras
y para estos versos inauditos se derramó le fulgor;
el vigor que tanto me ofreció Hapuc yo querré cantar.
Ojos mágicos que bebéis de nos la saciedad del ocre vino
y que aclaráis el caminar de mi amputado corazón;
oh efluvios de tormentas vespertinas y huracanes.
Hay en derredor tanta fiera hambre de tu alarde loco,
para amar la ardiente luz de llama que soflama bastó
y para el frío en mi apresado habrá calor si me divisas;
luciérnaga, qué don si al abrir tus céfiros color me dan.
Ojos natos que un día tal mi terca voz compadecieron
y que huiréis del alma envuelta en el desmán del piélago;
oh símbolos de Saturno que se extienden como un arco.
Hay dulce saciedad que los lloros brota en mi posada
que plenitud prefieren tus arroyos cuando pierden rumbo
y para el mundo un aire húmedo que la oquedad sugiere;
fecundidad de brillos derramó la lluvia en nuestro estanque.
No hay comentarios:
Publicar un comentario