domingo, 15 de abril de 2012

CORO PARA EL HASTÍO

Tantas aguas bruscas me golpean en el pecho corazón,

tanta fatal agonía de tanto desespero fiero abarcar,

de no tenerte y no encontrarte y que me falte tu calor nocivo.


Tantas palabras de canciones que se impregnan corazón,

tanto desmán de cantor de tanto designio suelto encontrar,

de no dormirme y no mirarte y que te sobre mi clamor viciado.


Tanto delito el tenerte siempre entre las mieles corazón,

tanta loca lobreguez de tanto bravío aroma respirar,

de no abarcarte y no coturno y que se esfume mi cantar nocturno.


Tanta acusación del mundo nos separa del delirio corazón,

tanta torpe burla de tanto fulgor nuestro rostro expresar,

de no fingirlo y no ocultarlo y que nos baste un mismo soplo vivo.


Tanta poesía entre dormida en nuestras locas almas corazón,

tanta misteriosa luz de tanta oscura noche juntos convivir,

de nominarte y presumirte y que recuerdes mi versar continuo.


Tanta brusca algarabía entre las gentes del contorno corazón,

tanto predicar sin ver de tanto en vano el rumbo caminar,

de deambular y no encontrar y que se nieguen ante un Dios rotundo.


Tanta majestad divina trae el cielo que se extiende corazón,

tanta sordidez de tanto verso hermoso en el oído transcurrir,

de acostumbrarme y comprenderte y que nos cubra una voraz mirada.


Tanta brusca tempestad desvanecida en tu llegada corazón,

tanto aprecio tu socorro de tanta compaña yo necesitar,

de detenerte y apresarte y que nos junte el caminar futuro.


Todo el hondo dormitar en las corrientes de tus ríos,

que delirio ignoto y que entonar fecundo coro

y no se apaga corazón en el hastío.

CALOR DE CÉFIROS

Hay en tanta espera plenitud sobre tus faros marinos,

que pardos hondos y profundos para el mundo mío

y para otros tantos cantos fríos y cálidos gritos altos;

al sobresalto y exalto tu mirar si miras más allá de mí.


Ojos fecundos que erosionáis fulgor en mis fieras delicias

y que brilláis sobre el dolor que cesa en el lumbral;

oh vacío oculto en la inquietud y en la abismal locura.


Hay que transcurrir el dolor de un par como ninguno

para el verde sabor del parpadeo en su labor de ignoto

y para otros vicios de garganta en sed y ser de ti visto

al pasar y pasa un ardor para los dos sin más descuido.


Ojos arcanos que extendéis pasión sobre el atlas de los míos

y que vivís apenas para el ígneo pinar de tu arbolada;

oh claridad fecunda en el paisaje y el oleaje pardo.


Hay como en el cosmos culto plenitud de resplandor,

que bastos signos inéditos y entre mi voz te aferras

y para estos versos inauditos se derramó le fulgor;

el vigor que tanto me ofreció Hapuc yo querré cantar.


Ojos mágicos que bebéis de nos la saciedad del ocre vino

y que aclaráis el caminar de mi amputado corazón;

oh efluvios de tormentas vespertinas y huracanes.


Hay en derredor tanta fiera hambre de tu alarde loco,

para amar la ardiente luz de llama que soflama bastó

y para el frío en mi apresado habrá calor si me divisas;

luciérnaga, qué don si al abrir tus céfiros color me dan.


Ojos natos que un día tal mi terca voz compadecieron

y que huiréis del alma envuelta en el desmán del piélago;

oh símbolos de Saturno que se extienden como un arco.


Hay dulce saciedad que los lloros brota en mi posada

que plenitud prefieren tus arroyos cuando pierden rumbo

y para el mundo un aire húmedo que la oquedad sugiere;

fecundidad de brillos derramó la lluvia en nuestro estanque.

jueves, 22 de septiembre de 2011

CÍRCULOS DRAMÁTICOS


Que el henchido cielo me ha truncado la sonata
con la tromba de míticos re cíclopes dramáticos,
que ni un fatídico romántico me sale batallando
ni el más shakesperante o Dante me remueve.

Queridísima luciérnaga de la negra hierbatura
relumbras villas anchas de lejanas completudes,
luminareas las veredas y odas con gitanos trucos
maravillosos como la tinta de la nube que levanta loa. 

Dice el trino del tronador que truena desde su trono
yo te trazo con el amor un abrazo de contorno único,
rindo verdaderas rosas al rocío sitibundo de tu láctea
frescura, de tus campos divisorios, de tus praderas.

Querer a quien se quede entre mi pecho como Hapuc
que quema, en la juntura cada órbita es volcánica,
toda esta llovizna es mágica y ondosa y dulceada,
mas con recelo yo néctares sin rumbo saboreo.   

El corazón que retorna al son monolítico del docto
un sumo usufructo del insomnio cuando más recluido,
 serán tifones de líricos asombros que me llegan plenos
serán pentacordios que recuerdo cálidos cuando canto.

Un vital acenso a lo cielado donde Dios me espera
cálido con todo ya deshecho hasta el más fatal pecado,
 y móvil vivo en el asombro como las nubes alejadas
y frágil y lívido hasta lo profundo que si quieres tactas.

Cómo no correr caluroso al colmo de la frescura intacta
y mudo al gran bullicio con un nudo en la garganta,
cómo no recorrer con mis sermones tus costados
y tus algas y tus peces color de orégano en la tarde.

Mis círculos dramáticos que son más que gramáticos
cubrídmelos en todos los arroyos de tus ríos claros,
yo siento me cayendo te, yo siento me vagando te,
yo claustro te, yo preso te, yo aguardo te esperando te...

amo,
más.

CORAZONADA


Qué posesión tan ardua la que me venga
en el ardor fulgente de las sonatas,
en el titubeo extraño de los recitales,
en los músicos asombros nocturnos,
en la gravidez de las líricas del soliloquio,
en el temblor voraz del parlamento.   

El corazón, el corazón, el corazón,
a veces es bueno sentirlo blando,
sentirlo loco, blondo, vigilante, impávido,
a veces es bueno perturbarlo
 corazón, corazón, corazonada…

Qué posesión tan ardua la que me venga
cuando el fervor giró entre los versículos,
cuando tronó en el alma la espesura
de los aprietos de mis cantantes áridos,
de mis órbitas y mis desequilibrios.

El corazón, el corazón, el corazón,
a veces es bueno sentirlo mudo,
sentirlo sordo, raido, rudo, alucinante,
a veces es bueno ampararlo
corazón, corazón, corazonada…

Que posesión tan ardua la que me venga
 en los místicos y lívidos susurros que rosean
el fulgor, la ondosa prisa de las minúsculas
palabras al oído, y el corazón duele, duele.

El corazón, el corazón, el corazón,
a veces es bueno lanzarlo al viento,
sentirlo en aires, suelto, frágil, acariciante,
a veces es bueno exaltarlo,
corazón, corazón, corazonada.

Qué posesión tan ardua la que me venga
en el ardor fulgente de las sonatas,
en el titubeo extraño de los recitales,
en el temblor voraz del parlamento.

Qué posesión tan ardua la que me venga
cuando el fervor giró entre los versículos,
cuando tronó en el alma la espesura
de los aprietos de mis cantantes áridos,
de mis órbitas y mis desequilibrios.

Que posesión tan ardua la que me venga
 en los místicos y lívidos susurros que rosean
el fulgor, la ondosa prisa de las minúsculas
palabras al oído, y el corazón duele, duele. 

DESCOMPÁS


Frágil me he vuelto para la vida,
para las costas tempestuosas que nocturnan,
para la dádiva fecunda que depara la palabra.

Cuál una voz rotunda que me dormite el andar
entre las grillas del campo que verde posa
con un estruendo que apague su diminuto llanto.

Y en la penumbra parca con que tu amor me doma,
dato del más hondo trino.

Como la bruma que desprende el más dorado flujo del sol
de las esquinas y el recodo del tejado amanecido,
tal así te descubriera en esta espera que me dictas
y me doctas tan cruda con la voz que más me pesa.

No la compasión rutinas con tus actos a mi andar,
no por clemencia optas, ni con los besos pecas
ya lo nota la pena que empeña en llanto.
   
Y en la penumbra parca con que tu amor me doma,
dato del más hondo trino.

Mientras la comba lírica de la noche
se instala en la penumbra rota de los pesares,
lucífuga surge la vela del ancho cielo.

Mientras se trina o se truena la pompa con el carboncillo,
me angosto en el ámbar de la las grandes hojas.

¡Y del astro pardo que flota no he de decir nada!
¡Y yo que con ella rimo se me desprende el lustro!
Yo que me angustio en el tierno susurro del alba
y la congoja trunca y la voz bejorrela del campo,
¡yo que me angustio!

Y en la penumbra parca con que tu amor me doma,
dato del más hondo trino.

Frágil me he vuelto para la vida
porque si un día me faltares
anhelaré el abrazo
y los murales pálidos de los collados,
y el color que doran las bombillas,
pero entre todos, el abrazo.

Y en la penumbra parca con que tu amor me doma,
dato del más hondo trino.

BASTA DIOS

A la estrella de quince puntas

Me ha pedido licencia el sol del alto cielo
para instalar poemas en tu espacio,
me ha pedido Dios un susurro entre las musas
para ti, que vuelas más allá que las palomas.

Me impartió también una súplica el rocío
y el trágico albur de la belleza y tu nombre,
para henchirte una lumbre de versículos
que prosperen en el aura de tu espera.

Yo he propuesto cuatro versos y un Dios
o la música y tu don de terciopelo,
para el halito que prospera entre tus hombros
y la vital belleza que deparas a las lunas.

Yo se que por lógica te abres al fecundo día
y que por hábito se exalta el alma tuya,
mas sé también del ensueño que te amarras
al recodo más extraño de tu estancia.

Para la gota que por el torso te resbala
y el temblor entre los blandos huesos,
basta sólo el espacio de los nombres y los hombres
que rodean la lumbre que al viento donas.

No basta el poema más versado de las rimas,
 ni el canto más armónico del alba, ni la luz,
ni la ruta trémula de la voz que entona el canto,
basta sólo Dios para donarte el soplo frágil
que destile para ti la alegría y la esperanza.

Basta Dios para las parábolas más bellas,
bata Dios para el amor, para la paz que pasa y que vendrá,
basta Dios a la palabra que sopesa al mal andar,
para ti basta y nada más y nada más y nada más.   

ASOMBRO


Y así en el alma mía vas poniendo la fragancia
sin que sepas las vivencias que entre nos vas instalando
con una lumbre tan blanca como la inocencia. 

Las coloridas frondas que en el jardín se juntan
reviven al estruendo del mundo, pero tú todo lo apagas
y lo armas y lo truenas con el más mínimo soplo.

Lo que fraseo o para fraseo y canto o encanto
entre la espesura del angosto mundo que mis dones pesa
no es sino el soplo de las revanchas que me posas.

Oh, y qué será de ambos cuando manos juntas vemos
y cuando al aire corto mientras tu frente de mi labio es presa
y te me vas soltando tan rotunda, ¿qué será de ambos?

Oh, y qué será del tiempo cuando horas largas fluyen
y cuando el día paro mientras lo que tú me entregas amo
y me verás volando tan palomo, ¿qué será del tiempo?

Oh, y qué será del cielo cuando a Dios amar sentimos
y cuando él nos pesa mientras lo que ya me fluyes siento
y lo sabré juzgando tan señóreo, ¿qué será del cielo?

Y me dices no lo entiendo ni comprendo, más nos vale
por la dicha venidera que sea cierto, más nos obra
que el asombro no lo pierdas ni lo cubras ni lo cortes.

TUPIDOS POEMAS DENSOS

Auguro rimas entre las almas toscas.

Quiero las olas de un mar lejano,
beber quiero islas enteras y nórdicos barcos secos
y atragantar quiero también el ambiente
con palabras habitadas como cascos
devorando montes, enteros verdes vivos.

Quiero palabras para parábolas muy bellas,
trazar quiero líneas enteras de secretos males
y amaestrar también quiero revelaciones
con bruscas figuras que nunca buscas
la congoja grita, completa, dura y pura.

Quiero las formas de amontonados rumbos,
captar quiero aves violentas que por el viento bailen
y desnudar quiero también de sus redondas alas
 con débiles plumas frágiles que busco
las toscas letras que momentáneas brillan.

Quiero señales que por momentos rimes,
oír quiero letras molestas de negativos modos
y adelantar las rimas que por la boca chocan
con oportunos gestos rápidos que impidan
los frívolos tiempos que agonizando viven.

Quiero sonetos para protestas puras,
rimar quiero versos fuertes de inesperados giros
y galopar también por lo voraz que escribe
con almas duras el escritor que digo
inhóspito, ávido del habitar nocturno.

Quiero todo, lo digo, y ninguna cosa
poder quiero mudar de burdas decisiones finas
 y aniquilar quiero también la convicción serena
con noches muy detenidas a lo profundo y moro
por entre escombros de oportunas voces que anulo.

Quiero el amor de panoramas pálidos
amar quiero de tus ritos los ángulos tan secretos
y madurar quiero también tus rótulos y pensamientos
con figurados hombres que anonadados dancen 
por las costumbres del corazón que escogen. 


Quiero los cantos que los poetas riman
andar quiero por entre los moribundos mundos
y danzar junto a los escombros finos
de los cantores fríos que desde antaño duran
por sus poemas grandes en manantiales secos.

Quiero que digan que cuando digo miento
decir quiero que estorben los que opinando brotan
  y atragantarles cantos en las gargantas huecas
con espirales y ascuas que revotando turben
las almas con los tupidos poemas densos digo.

Auguro rimas entre las almas toscas
y torbellinos de formidables vientos,
auguro noches de negritudes bastas
arcanas lúgubres penumbras dóciles.

Y si han girado las almas lúcidas
con el girar el mundo que nunca acaba,
pues que al revés del sueño los vientos basten
para bailar con trajes de melodías sórdidas.  

ASONADA DEL PULSO


Y éramos ambos una misma pena…

Como brecha te quise, como ronca, oh voz de los pesares
ya me aplicas dones frondos que suplicas.
Ya montas mis simas en pésima sazón, rosas las olas marinas,
tocas cascadas ya dichas en dicha de alas altivas.

Tornas las rondas que el corazón circunda y penetras turbada
ya clamas primor en mis razones o rutas.
Ya hinchas lo dicho en anchura de trinos por mi vos ancha,
tomas lámparas que no lumbran sino que tañen llanto.

Y éramos ambos una misma ruta…

Que traes dentro los diversos trajes ya lo sé, falta el afuera
ya que de fachada falta sucumbas toda.
Ya lumbre pendo de tu pelo plano en que dependo tanto,
tu rio claro que adivino trae rumbos que en tu curva aspiro.

Quedarte entera sería la risa eterna de lo que vivieron todos
yace una roca en rima en ti dormida, ya lo sé.
Ya cóncavo cristal veo que en tu adentro no refleja partitura,
suenas raro, no repitas la música saturna de mi cosmos.

Y éramos ambos una misma estrofa…

Más riqueza de tu risa en rosa requiero donde más me quepa
al profundo mundo mando tu recuerdo manso.
Aves ves que bajan y planean para que este don de dos rescaten,
las espero con empeño pleno de besarles las alturas.

Más blanca paz que antes tu pasar fugaz de ahora en mí depara
al alma mía que letal, sin más, de ti lo malo resta.
A veces me enseñas clara la hermosura de tus urnas no profanas,
las claves hermanas de las llaves bellas que te abran.

Y éramos ambos una misma angustia…

Fue en áridas arenas de desiertos ciertos o inciertos que domaste
mi parte final, leal, veladora de la nada que en ti queda.
Sucumbe aun la lumbre que se funde en la urbe loca en que guardo
y aguardo como el nardo anhela el árbol que al sol se extienda.
Fue plácida toda la lucha nostra y la batalla que se halla en el alma tuya
mi derrota deja otra nota rota en la que resueno.
Acudo mudo en voz, en poema inmudo porque el mundo que hurgo aclaro,
para darle más fulgor sin vanidad a lo que vistas.
  
Y éramos ambos una misma luna…

Dicto me el astro pardo alto un mar de ruinas como alondras que te verso
y la laguna es una fauna que aun al rimar libre anda.
Limité entre pobres temores la vereda a la que a tu vera había de llegar,
y cambió lo que habló mi voz hasta poemas que hoy te dono.

Capto me al final tu brisa y das vista fija a lo que diviso de ti en estas filas
letradas como las hadas que me das para ser vividas.
Dejaré yo todo lo otro que no sea de tu propio ánimo y lúcido derroche,
para hacerte en fiesta, este y oeste de mis huestes.

Y éramos ambos el mismo pulso ya…

EL CANTO MÁS ROTUNDO

Un alma es casi nada cuando sola. Pero un beso
que revienta, nunca deja otro espíritu olvidado.

Si he querido de tus néctares vividos
y de tus aires que rondan la penumbra
el repleto ardor que me acaricias,
es porque en el oro de tus sienes
viertes con aromas perdurables
la simpática razón de los respiros.  

 Si he querido aquellos rumbos que avecinas
y el latir de tu andar cuando te llegas
al país en que viertes de alegría,
es porque apresado en tus orillas
beso en el revés de la nostalgia
el marino azul que parpadeas.

Si he querido tus abrazos tan sonoros
y el murmullo de las aves que rodean
nuestra voz que prospera en los balcones,
es porque alucino en las pajuelas
al unísono del son que nos emboza
cuando entonas tus rotundas melodías.

Si he propuesto los vibratos de mi pecho
al calor que se aflora en la mejilla
cuando nobles resoplamos los respiros,
es porque requiero en tus vocales
los reclamos al impulso que aporrea
la soltura de tu piel cuando tranquila.

Si he tenido un temblor entre mis huesos
y un susurro tan pequeño entre las bocas
cuando débil yo me prendo de tus ojos,
es porque no hay mares que humedezcan
ni clamor que soporte los vestigios
de un amor que resbala en las preguntas.

Si he pedido mil perdones tan livianos
cuando pienso que he cruzado los excesos
en tu frente que atraganta los murmurios,
es porque nostálgico recuerdo
  el respeto que se instala en las fronteras
cuando Dios recomienda las distancias.

Si he asfixiado las palabras más difusas
y el aliento no me abarca la garganta
cuando siento que te vienes a la espera,
es porque alucinan muy secretas
las ternuras que me dejas atascadas
en el hondo más profundo del delirio.

La alegría es tan pompa como el árbol,
la sordina tan terca cuando en mudo
y la bruma que nos flota de la hoguera
y el amor que se expande en la penumbra,
el armónico clamor de las montañas
y el vestido del amor atardecido.

¡Que reviente el mundo!, ¡que reviente!
que desplomen las palomas los tejados
que amanezca al revés de las iglesias
que se inunden los campos de armonía…

Que disloquen las almas de mirarse
que se rompa la luz de los molinos
que se burlen los cielos de las aves
que se turben las gentes matutinas…

Que comience la guerra y que se acabe
que mantengas de tu amor lo que acaricia
y que después del sueño que avecina
no te vengas si no es para la entrega.

Rionegro, 12 de mayo de 2011

NO SIN LUSTRO DÚO


Si de lúcidos es el son de un verso dichoso
o el más compás de los compases dichos,
del lustro tono al burdo ruido
¡anhelo me plácido en estas cosas!

Y que se traiga o que se llegue el miedo trágico,
mas venga el amor repleto de ilusorias cumbres
o un pleno andar entre el gemido de tu nuca, pero impávido.

Si de mártires es cantar la bruma que hunde
o dar canción a la extraviada ruta,
de vida en vida o de algún engaño
¡voy me fatídico a estas cosas!

Y que se llegue un dormitar entre tu piel nutrida
mas se ponga el ritmo pleno que en tu voz deparas 
o un ensueño próspero cuando en tu oído verdad siembro.

Si de mágicos el amor tierno del ensueño
o el vuelo del anhelo anochecido,
de tu risa rota o de mi vil soneto
¡juzgo me cólero en estas cosas!

Somos triángulo, no sin lumbre línea, -o no un par sin dueño-,
somos música, no del arpa dueños, -o no supremos ambos-,
somos mágicos, no sin lustro dúo, -o no sin Dios tornamos-,
somos límite, no sin redil rebaño, -o no una sin linde furia-.

Hasta la tierra llega el trueno
y nada más, y nada más, y nada más,
¿hasta donde el amor nuestro o nuestro andar?,
si hasta los aros de Saturno o los astros
cortadle plumas que se vuela el ave
y el ave soy yo, y el ave soy yo.