Un alma es casi nada cuando sola. Pero un beso
que revienta, nunca deja otro espíritu olvidado.
Si he
querido de tus néctares vividos
y de tus
aires que rondan la penumbra
el
repleto ardor que me acaricias,
es porque
en el oro de tus sienes
viertes
con aromas perdurables
la
simpática razón de los respiros.
Si he querido aquellos rumbos que avecinas
y el
latir de tu andar cuando te llegas
al país
en que viertes de alegría,
es porque
apresado en tus orillas
beso en
el revés de la nostalgia
el marino
azul que parpadeas.
Si he
querido tus abrazos tan sonoros
y el
murmullo de las aves que rodean
nuestra voz
que prospera en los balcones,
es porque
alucino en las pajuelas
al
unísono del son que nos emboza
cuando
entonas tus rotundas melodías.
Si he
propuesto los vibratos de mi pecho
al calor
que se aflora en la mejilla
cuando nobles
resoplamos los respiros,
es porque
requiero en tus vocales
los
reclamos al impulso que aporrea
la
soltura de tu piel cuando tranquila.
Si he tenido
un temblor entre mis huesos
y un
susurro tan pequeño entre las bocas
cuando
débil yo me prendo de tus ojos,
es porque
no hay mares que humedezcan
ni clamor
que soporte los vestigios
de un
amor que resbala en las preguntas.
Si he
pedido mil perdones tan livianos
cuando pienso
que he cruzado los excesos
en tu
frente que atraganta los murmurios,
es porque
nostálgico recuerdo
el
respeto que se instala en las fronteras
cuando
Dios recomienda las distancias.
Si he
asfixiado las palabras más difusas
y el
aliento no me abarca la garganta
cuando
siento que te vienes a la espera,
es porque
alucinan muy secretas
las
ternuras que me dejas atascadas
en el
hondo más profundo del delirio.
La
alegría es tan pompa como el árbol,
la sordina
tan terca cuando en mudo
y la
bruma que nos flota de la hoguera
y el amor
que se expande en la penumbra,
el
armónico clamor de las montañas
y el
vestido del amor atardecido.
¡Que
reviente el mundo!, ¡que reviente!
que
desplomen las palomas los tejados
que
amanezca al revés de las iglesias
que se inunden
los campos de armonía…
Que
disloquen las almas de mirarse
que se
rompa la luz de los molinos
que se
burlen los cielos de las aves
que se
turben las gentes matutinas…
Que
comience la guerra y que se acabe
que
mantengas de tu amor lo que acaricia
y que
después del sueño que avecina
no te
vengas si no es para la entrega.
Rionegro,
12 de mayo de 2011
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