jueves, 22 de septiembre de 2011

EL CANTO MÁS ROTUNDO

Un alma es casi nada cuando sola. Pero un beso
que revienta, nunca deja otro espíritu olvidado.

Si he querido de tus néctares vividos
y de tus aires que rondan la penumbra
el repleto ardor que me acaricias,
es porque en el oro de tus sienes
viertes con aromas perdurables
la simpática razón de los respiros.  

 Si he querido aquellos rumbos que avecinas
y el latir de tu andar cuando te llegas
al país en que viertes de alegría,
es porque apresado en tus orillas
beso en el revés de la nostalgia
el marino azul que parpadeas.

Si he querido tus abrazos tan sonoros
y el murmullo de las aves que rodean
nuestra voz que prospera en los balcones,
es porque alucino en las pajuelas
al unísono del son que nos emboza
cuando entonas tus rotundas melodías.

Si he propuesto los vibratos de mi pecho
al calor que se aflora en la mejilla
cuando nobles resoplamos los respiros,
es porque requiero en tus vocales
los reclamos al impulso que aporrea
la soltura de tu piel cuando tranquila.

Si he tenido un temblor entre mis huesos
y un susurro tan pequeño entre las bocas
cuando débil yo me prendo de tus ojos,
es porque no hay mares que humedezcan
ni clamor que soporte los vestigios
de un amor que resbala en las preguntas.

Si he pedido mil perdones tan livianos
cuando pienso que he cruzado los excesos
en tu frente que atraganta los murmurios,
es porque nostálgico recuerdo
  el respeto que se instala en las fronteras
cuando Dios recomienda las distancias.

Si he asfixiado las palabras más difusas
y el aliento no me abarca la garganta
cuando siento que te vienes a la espera,
es porque alucinan muy secretas
las ternuras que me dejas atascadas
en el hondo más profundo del delirio.

La alegría es tan pompa como el árbol,
la sordina tan terca cuando en mudo
y la bruma que nos flota de la hoguera
y el amor que se expande en la penumbra,
el armónico clamor de las montañas
y el vestido del amor atardecido.

¡Que reviente el mundo!, ¡que reviente!
que desplomen las palomas los tejados
que amanezca al revés de las iglesias
que se inunden los campos de armonía…

Que disloquen las almas de mirarse
que se rompa la luz de los molinos
que se burlen los cielos de las aves
que se turben las gentes matutinas…

Que comience la guerra y que se acabe
que mantengas de tu amor lo que acaricia
y que después del sueño que avecina
no te vengas si no es para la entrega.

Rionegro, 12 de mayo de 2011

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