jueves, 22 de septiembre de 2011

BASTA DIOS

A la estrella de quince puntas

Me ha pedido licencia el sol del alto cielo
para instalar poemas en tu espacio,
me ha pedido Dios un susurro entre las musas
para ti, que vuelas más allá que las palomas.

Me impartió también una súplica el rocío
y el trágico albur de la belleza y tu nombre,
para henchirte una lumbre de versículos
que prosperen en el aura de tu espera.

Yo he propuesto cuatro versos y un Dios
o la música y tu don de terciopelo,
para el halito que prospera entre tus hombros
y la vital belleza que deparas a las lunas.

Yo se que por lógica te abres al fecundo día
y que por hábito se exalta el alma tuya,
mas sé también del ensueño que te amarras
al recodo más extraño de tu estancia.

Para la gota que por el torso te resbala
y el temblor entre los blandos huesos,
basta sólo el espacio de los nombres y los hombres
que rodean la lumbre que al viento donas.

No basta el poema más versado de las rimas,
 ni el canto más armónico del alba, ni la luz,
ni la ruta trémula de la voz que entona el canto,
basta sólo Dios para donarte el soplo frágil
que destile para ti la alegría y la esperanza.

Basta Dios para las parábolas más bellas,
bata Dios para el amor, para la paz que pasa y que vendrá,
basta Dios a la palabra que sopesa al mal andar,
para ti basta y nada más y nada más y nada más.   

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