jueves, 22 de septiembre de 2011

CORAZONADA


Qué posesión tan ardua la que me venga
en el ardor fulgente de las sonatas,
en el titubeo extraño de los recitales,
en los músicos asombros nocturnos,
en la gravidez de las líricas del soliloquio,
en el temblor voraz del parlamento.   

El corazón, el corazón, el corazón,
a veces es bueno sentirlo blando,
sentirlo loco, blondo, vigilante, impávido,
a veces es bueno perturbarlo
 corazón, corazón, corazonada…

Qué posesión tan ardua la que me venga
cuando el fervor giró entre los versículos,
cuando tronó en el alma la espesura
de los aprietos de mis cantantes áridos,
de mis órbitas y mis desequilibrios.

El corazón, el corazón, el corazón,
a veces es bueno sentirlo mudo,
sentirlo sordo, raido, rudo, alucinante,
a veces es bueno ampararlo
corazón, corazón, corazonada…

Que posesión tan ardua la que me venga
 en los místicos y lívidos susurros que rosean
el fulgor, la ondosa prisa de las minúsculas
palabras al oído, y el corazón duele, duele.

El corazón, el corazón, el corazón,
a veces es bueno lanzarlo al viento,
sentirlo en aires, suelto, frágil, acariciante,
a veces es bueno exaltarlo,
corazón, corazón, corazonada.

Qué posesión tan ardua la que me venga
en el ardor fulgente de las sonatas,
en el titubeo extraño de los recitales,
en el temblor voraz del parlamento.

Qué posesión tan ardua la que me venga
cuando el fervor giró entre los versículos,
cuando tronó en el alma la espesura
de los aprietos de mis cantantes áridos,
de mis órbitas y mis desequilibrios.

Que posesión tan ardua la que me venga
 en los místicos y lívidos susurros que rosean
el fulgor, la ondosa prisa de las minúsculas
palabras al oído, y el corazón duele, duele. 

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