jueves, 22 de septiembre de 2011

ASONADA DEL PULSO


Y éramos ambos una misma pena…

Como brecha te quise, como ronca, oh voz de los pesares
ya me aplicas dones frondos que suplicas.
Ya montas mis simas en pésima sazón, rosas las olas marinas,
tocas cascadas ya dichas en dicha de alas altivas.

Tornas las rondas que el corazón circunda y penetras turbada
ya clamas primor en mis razones o rutas.
Ya hinchas lo dicho en anchura de trinos por mi vos ancha,
tomas lámparas que no lumbran sino que tañen llanto.

Y éramos ambos una misma ruta…

Que traes dentro los diversos trajes ya lo sé, falta el afuera
ya que de fachada falta sucumbas toda.
Ya lumbre pendo de tu pelo plano en que dependo tanto,
tu rio claro que adivino trae rumbos que en tu curva aspiro.

Quedarte entera sería la risa eterna de lo que vivieron todos
yace una roca en rima en ti dormida, ya lo sé.
Ya cóncavo cristal veo que en tu adentro no refleja partitura,
suenas raro, no repitas la música saturna de mi cosmos.

Y éramos ambos una misma estrofa…

Más riqueza de tu risa en rosa requiero donde más me quepa
al profundo mundo mando tu recuerdo manso.
Aves ves que bajan y planean para que este don de dos rescaten,
las espero con empeño pleno de besarles las alturas.

Más blanca paz que antes tu pasar fugaz de ahora en mí depara
al alma mía que letal, sin más, de ti lo malo resta.
A veces me enseñas clara la hermosura de tus urnas no profanas,
las claves hermanas de las llaves bellas que te abran.

Y éramos ambos una misma angustia…

Fue en áridas arenas de desiertos ciertos o inciertos que domaste
mi parte final, leal, veladora de la nada que en ti queda.
Sucumbe aun la lumbre que se funde en la urbe loca en que guardo
y aguardo como el nardo anhela el árbol que al sol se extienda.
Fue plácida toda la lucha nostra y la batalla que se halla en el alma tuya
mi derrota deja otra nota rota en la que resueno.
Acudo mudo en voz, en poema inmudo porque el mundo que hurgo aclaro,
para darle más fulgor sin vanidad a lo que vistas.
  
Y éramos ambos una misma luna…

Dicto me el astro pardo alto un mar de ruinas como alondras que te verso
y la laguna es una fauna que aun al rimar libre anda.
Limité entre pobres temores la vereda a la que a tu vera había de llegar,
y cambió lo que habló mi voz hasta poemas que hoy te dono.

Capto me al final tu brisa y das vista fija a lo que diviso de ti en estas filas
letradas como las hadas que me das para ser vividas.
Dejaré yo todo lo otro que no sea de tu propio ánimo y lúcido derroche,
para hacerte en fiesta, este y oeste de mis huestes.

Y éramos ambos el mismo pulso ya…

No hay comentarios:

Publicar un comentario