Y éramos ambos una
misma pena…
Como brecha te quise,
como ronca, oh voz de los pesares
ya me aplicas dones
frondos que suplicas.
Ya montas mis simas en
pésima sazón, rosas las olas marinas,
tocas cascadas ya dichas
en dicha de alas altivas.
Tornas las rondas que
el corazón circunda y penetras turbada
ya clamas primor en
mis razones o rutas.
Ya hinchas lo dicho en
anchura de trinos por mi vos ancha,
tomas lámparas que no
lumbran sino que tañen llanto.
Y éramos ambos una
misma ruta…
Que traes dentro los diversos
trajes ya lo sé, falta el afuera
ya que de fachada
falta sucumbas toda.
Ya lumbre pendo de tu
pelo plano en que dependo tanto,
tu rio claro que
adivino trae rumbos que en tu curva aspiro.
Quedarte entera sería
la risa eterna de lo que vivieron todos
yace una roca en rima
en ti dormida, ya lo sé.
Ya cóncavo cristal veo
que en tu adentro no refleja partitura,
suenas raro, no
repitas la música saturna de mi cosmos.
Y éramos ambos una
misma estrofa…
Más riqueza de tu risa
en rosa requiero donde más me quepa
al profundo mundo
mando tu recuerdo manso.
Aves ves que bajan y
planean para que este don de dos rescaten,
las espero con empeño
pleno de besarles las alturas.
Más blanca paz que
antes tu pasar fugaz de ahora en mí depara
al alma mía que letal,
sin más, de ti lo malo resta.
A veces me enseñas
clara la hermosura de tus urnas no profanas,
las claves hermanas de
las llaves bellas que te abran.
Y éramos ambos una
misma angustia…
Fue en áridas arenas
de desiertos ciertos o inciertos que domaste
mi parte final, leal,
veladora de la nada que en ti queda.
Sucumbe aun la lumbre
que se funde en la urbe loca en que guardo
y aguardo como el
nardo anhela el árbol que al sol se extienda.
Fue plácida toda la
lucha nostra y la batalla que se halla en el alma tuya
mi derrota deja otra
nota rota en la que resueno.
Acudo mudo en voz, en
poema inmudo porque el mundo que hurgo aclaro,
para darle más fulgor sin
vanidad a lo que vistas.
Y éramos ambos una
misma luna…
Dicto me el astro pardo
alto un mar de ruinas como alondras que te verso
y la laguna es una
fauna que aun al rimar libre anda.
Limité entre pobres
temores la vereda a la que a tu vera había de llegar,
y cambió lo que habló
mi voz hasta poemas que hoy te dono.
Capto me al final tu
brisa y das vista fija a lo que diviso de ti en estas filas
letradas como las
hadas que me das para ser vividas.
Dejaré yo todo lo otro
que no sea de tu propio ánimo y lúcido derroche,
para hacerte en
fiesta, este y oeste de mis huestes.
Y éramos ambos el
mismo pulso ya…
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